
NIUS
- Estos aparatos electrónicos llevan una programación, son de uso exclusivo y personal
- La niña se preguntaba: “¿cómo voy a ir al colegio sin poder escuchar?”

Sara es sorda de nacimiento. Ahora tiene siete años. Cuando tenía dos le sometieron a una intervención quirúrgica en la que le pusieron un implante coclear para poder oir. Utiliza unos dispositivos electrónicos parecidos a unos auriculares inalámbricos pero su uso es exclusivo y personal.
Están programados para la pequeña, que este miércoles por la mañana preguntaba angustiada a su madre: “¿Cómo voy a ir al colegio sin poder escuchar?”. Alrededor de las ocho de la tarde de este martes, Sara salió de casa de sus abuelos y estuvo un rato jugando en el parque, en Rivas Vaciamadrid.
Se le agotó la batería del implante del oído derecho y se lo dio a Ana, su madre: “Cuando pasa eso siempre se lo quita, viene y me lo da. Yo tenía muchas cosas en las manos en ese momento, me lo metí en el bolsillo de la chaqueta pero debió de caerse en algún sitio. Tiene una luz roja que por la noche se ve bien. Si alguien se lo encuentra se ponga en contacto conmigo”, pedía desesperada.
Se encontraban junto al colegio El Olivar de la localidad madrileña, en la que residen. Después se montaron en el coche y se marcharon a casa. “Al darnos cuenta empezamos a buscarlo como locos. Hemos pedido ayuda a mis padres, a los vecinos y hemos peinado la zona varias veces pero no lo encontramos. También he preguntado a la Policía y quiero preguntar en el Ayuntamiento y a la empresa de limpieza”, decía disgustada la mujer.
Para poder utilizar estos implantes Sara se sometió a una cirugía. Le pusieron un implante interior, dentro del hueso que rodea el oído. Consta de un receptor, que envía impulsos eléctricos al nervio coclear. Al captarlos los decodifica y manda la señal al cerebro. Es como un imán, que se conecta a la parte externa, que es la que se ha perdido
Sara pasó la mañana utilizando solo el de un oído, lo que le complica bastante la vida. Estudia en el colegio El Parque. El seguro no cubre la pérdida de estos dispositivos. “Cuestan 109.000 euros. La seguridad social te cubre el primer implante y la operación, que son unos 20.000 euros. A a partir de ahí ya es tu responsabilidad. Cualquier deterioro, rotura, robo o pérdida ya corren por tu cuenta”, explica Ana.
Estos aparatos se renuevan cada siete años porque salen modelos nuevos y con mejores calidades. A sara no le tocaría hasta dentro de dos. Por eso Ana necesita una solución urgente: “Si alguien lo tiene, que sepa que ese es su único fin, no lo va a poder vender. Cada uno lleva su programación y si lo mete en una máquina van a saltar las alarmas. Si no lo encontramos, tendré que llamar a la empresa que los fabrica para ver si tienen alguno de alquiler o habrá que ver qué opciones tenemos”. En ningún momento perdió la esperanza.
La historia tiene un final feliz. A mediodía Ana ha recibido la llamada de una vecina. Se había encontrado el implante en el garaje de la comunidad. Todo ha quedado en un susto.
