
El 11 de junio de 1976, sus Satánicas Majestades toman la alternativa en el ruedo de la Monumental, ofreciendo su único concierto a la afición española

Barcelona, junio de 1976. Kilométricas colas de jóvenes –muchas groupies entre ellos– se agolpan para conseguir la ansiada entrada que les permitirá acercarse a sus ídolos. Por vez primera los Rolling Stones actúan en España y el escenario elegido es Barcelona. Desde 1965, fecha de la clamorosa actuación de los Beatles que tomaron la ciudad tocados con naftalínicas monteras en plena España de Franco, no se había dado un hito de tamaña magnitud. Ocho años antes, los Stones habían sido prohibidos en Chicago por entonar su reivindicativo Ha llegado el verano, es un buen momento para luchar en la calle. Eran jóvenes, eran peligrosos y chulos, muy chulos, una auténtica banda de rock.
Protagonizarían una recordada batalla campal con los extintores del hotel Reina Sofía, donde se alojaban
En nuestra ciudad lo demostrarían con creces, protagonizando una recordada batalla campal con los extintores del hotel Reina Sofía, donde se alojaban.
En España alcanzaba la mayoría de edad toda una generación que empezaba a atisbar pequeños resquicios de libertad, tras tantos años de oscurantismo y represión. En pleno apogeo de la transición, los ánimos son expectantes y, sobretodo, receptivos. El rock será su grito de libertad y disparará una espoleta a punto de explotar.
El 11 de junio, sus Satánicas Majestades toman la alternativa en el ruedo de la Monumental, ofreciendo su único concierto a la afición española.
La preparación del evento se cuida al máximo: se utilizan voluminosos equipos de amplificación sonora valorados en más de sesenta millones de pesetas de la época. Equipos especiales de la NASA y técnicos venidos de Cabo Kennedy se ocupan de garantizar su buen funcionamiento.

